domingo, 30 de abril de 2017

Infelicidad laboral


Lo peor de la edad es que cada vez se tiene más conocimiento, perspectiva y objetividad de los asuntos pero por el contrario cada vez nuestra opinión suscita menos interés, no es raro encontrar en los bares a jubilados que habitualmente abrasan a la clientela con historias que sólo les interesan a ellos mismos.  Opinar o exponer experiencias a jóvenes de 20 años me recuerda cuando mi abuelo me contaba sus batallitas previas a la guerra civil, simplemente ni entendía ni me interesaba nada y aguantaba el monólogo mirándole fijamente, pensando en otras cosas y esperando con ansia que acabase la historieta. Por eso nos juntamos por franjas de edad, con una tolerancia de mas menos un lustro, gente que hemos vivido prácticamente lo mismo y con pocas palabras somos capaces de expresar mucho puesto que sabemos de lo que hablamos.
Cenando anoche con los amigos por casualidad salió un tema en el que todos coincidimos de inmediato: Infelicidad Laboral.  Somos una cuadrilla muy heterogénea laboralmente hablando, cada uno tenemos un cargo diferente en un sector diferente, entre 25 y 35 años trabajados ininterrumpidamente, luego alguna experiencia entre todos ya sumamos.  Pues lo dicho, el sentimiento de felicidad por el trabajo, tanto por cuenta ajena como propia ha desaparecido.
Recordábamos los inicios, el espíritu de pertenencia a una organización, las ganas de hacer bien el trabajo, la satisfacción que produce ser reconocido personalmente por el esfuerzo hecho en pos de la empresa, del equipo.  Las empresas eran como las familias, los padres cuidaban de los hijos y los hermanos entre sí, todos alineados en la misma dirección, todos juntos sabiendo que el destino de uno era el destino de todos los demás.  Éramos felices trabajando, muy felices; nos sentíamos parte de algo importante.
La pregunta clave fue ¿quién conoce a alguien que sea feliz en su trabajo actualmente?
Enseguida descartamos a los conocidos cercanos que recientemente han salido de las listas del paro para ocupar unos puestos de confianza en el Gobierno Regional; a estos los descontamos de la particular encuesta pues no son representativos, sería como incluir también a los que les ha tocado la primitiva, pues no, esos no cuentan para medir la felicidad laboral.  Y el resultado fue apabullante, todos nuestros conocidos y nosotros mismos habíamos perdido el sentimiento de pertenencia y el espíritu de realizar el mejor trabajo del que somos capaces.  La noche estuvo llena de anécdotas de despidos, presión, venganzas, presión, favoritismos, presión, rebajas de sueldos, presión, directivos incompetentes, presión, tráfico de influencias, presión, nepotismos, …. y al final de todo la misma conclusión: En la última paga va incluido todo, nadie te debe nada.
Los chavales que llegan ya no tienen ni la intención ni la esperanza de estar muchos años en la misma empresa, y la empresa sabe que está contratando a precio de saldo unas horas (unidades de trabajo humano) y que estarán mientras no encuentren nada mejor, pero compromiso, espíritu, profesionalidad y lealtad; cero.
“Quien vende miseria gana miseria”, y esto se está llenando de miserables, por arriba y por abajo.  Esta es vuestra herencia.
Senior Riojano

martes, 25 de abril de 2017

Renta Ciudadanía



Parece que la moda importada de Paises Bajos, Finlandia, Suiza... viene para instalarse en España, ya son varias CCAA, que a pesar de parecerse en cifras poco a los países anteriormente citados han tomado medidas similares.  La Rioja, como no podía ser menos, ya tiene aprobada por unanimidad de todos nuestros políticos autonómicos la Renta de Ciudadanía, es decir, ayudas económicas como derecho adquirido.  Evidentemente es necesario, tenemos demasiadas personas atravesando auténticos problemas económicos y sociales.  Hasta ahí, de acuerdo.
Pero no me gusta cuando todos los grupos políticos están de acuerdo, si no recuerdo mal sólo lo hacen al principio de legislatura para subirse los sueldos y compensaciones; esta vez todos salen en la foto sonriendo por haber conseguido un gran logro, vuelven a estar de acuerdo... raro, raro, raro.
Me gusta la redistribución de la riqueza, pero no me gustan las limosnas; quiero igualdad de oportunidades para todos, deseo la enseñanza gratuita, odio las cifras de paro españolas, aborrezco que no pueda trabajar quien está en condiciones y desea hacerlo, detesto las trabas a base de impuestos y requisitos legales que abrasan a los emprendedores, abomino la corrupción política; no quiero peces quiero cañas que me permitan ser autosuficiente sin depender de la caridad, quiero trabajar, luchar por sacar adelante mi vida, quiero un entorno de oportunidades no de oportunistas.
Lamento esta medida y lamento que todos estén de acuerdo, la labor de nuestros gobernantes no es la caridad, sino la de crear espacios donde prosperar honestamente con trabajo, de hacer real la igualdad de oportunidades; es demasiado sencillo redistribuir el dinero de otros, dar formación a los que se acojan a la renta para vomitarlos a un mercado laboral inexistente.  Olvidamos las causas que han llevado a situaciones desesperadas a tantas familias, parece que la pobreza y exclusión social ha llovido del cielo sin acordarnos del origen de los problemas.
Insisto, no me gusta, aprobar estas ayudas y hacerse la foto sonrientes, a mi entender, es reconocer que no son capaces de generar pleno empleo ni igualdad de oportunidades; y eso mina los cimientos de cualquier sociedad, o por lo menos, los mios.
Senior Riojano

domingo, 23 de abril de 2017

San Jorge (día del libro)



Hoy es el día del libro, en catalán Sant Jordi, libros, rosas e independencia; en castellano: San Jorge, Cervantes y libros, sin más.  Antes de salir a la calle para cumplir con la tradición de comprar algunos libros con un pequeño descuento pues he querido decirle al viento un par de cosas.
El sector se está reconvirtiendo a velocidad de vértigo, las grandes editoriales y las vacas sagradas de las letras están perdiendo posiciones.  Hasta no hace muchos años el mercado giraba en torno a dos o tres mayoristas que elegían a dedo que publicaban y que no y cuáles eran los elegidos para lanzar al estrellato, apostando siempre a caballo ganador y dejando en la cuneta buenos autores menos rentables que los otros.  Un negocio, Su negocio, sin más.
Pero esto ha cambiado, hoy en día cualquiera puede publicar casi gratis y poner en el mercado una serie limitada de libros para probar fortuna.  El pastel se ha repartido en infinitos trozos.  Si tienes un poco de afición por leer o escribir busca un poco, te sorprenderá los cientos de concursos literarios que tenemos en España, de todo, desde microrelato a novela histórica, casi en cada pueblo o ciudad existe uno o dos concursos al año donde los noveles pueden probar suerte, evidentemente no para hacerse rico, o vivir de ello, pero sí es la excusa perfecta para mandar a concurso tus pequeños tesoros. En cuanto a autores hay más que nunca, o tal vez es que tengamos acceso más sencillo que nunca; si buceas un poco entre autores noveles puedes encontrar verdaderos artistas de la tecla, contadores de historias extraordinarios, casi gratis.
Esta situación era impensable hace años cuando publicar estaba reservado a cuatro privilegiados.  Pues bien, lo que las grandes editoriales llaman “crisis” creo que se ha convertido en el mejor momento para escribir y/o leer, nunca había sido tan fácil.  Y no creo que se haya perdido el gusto por la lectura, por el contrario creo que cada uno tiene mayor posibilidad de elegir lo que lee.  Veo cada vez más en aviones, trenes, paradas de autobús a personas jóvenes con algún libro de papel entre las manos, no pierdo la esperanza de ver personas con los conocimientos suficientes que les den la capacidad de pensar por sí mismos.
Y nada más, a disfrutar de este precioso día de primavera; con rosa, o sin ella.

lunes, 10 de abril de 2017

MI Playa


Descubrí el mar con 14 años, aquel verano fue diferente a todos los veranos. Sólo lo había visto en blanco y negro por la televisión en algún reportaje sobre ballenas o sobre las maravillas que los extranjeros habían encontrado en nuestras playas.  Ni me imaginaba las olas, su olor, el sabor salado que todo lo empapa.
Con unas gafas, aletas, tubo y la facilidad de flotar en el agua marina; nos adentrábamos en busca de cualquier bicho viviente que se dejase atrapar; generalmente alguna estrella o pulpito despistado.  Aquellas dos semanas las pasé en una vieja tienda de campaña, en una playa del Cantábrico entre unas tambarices, con el pueblo más cercano a 6 kms a nuestras espaldas.  Inolvidable.
Y disfruté de todo aquello dos veranos más, después nadé en otros mares, y viví aventuras, y siempre soñé con volver a esa playa, a mi primera playa virgen, a la alegría de la soledad, a buscar a los días nublados del cantábrico, a pescar, a disfrutar del mar en estado puro, con sol y tormentas casi por igual.
Pasaron 30 años, y volví, volví con mi familia a esa playa virgen que conocí y que no reconocí. ¡Había desaparecido! Ya no quedaba playa, la que yo conocí de muchos cientos de metros de arena tras atravesar un par de kilómetros de dunas. ¡No quedaba nada!  Muchísimos edificios y urbanizaciones ocupaban mis queridas dunas, la playa se había reducido a un estrecho carril de arena, los hoteles estaban sobre la misma playa, ¡todo atestado de gente caminando entre toallas y sombrillas! Bares cutres, chiringuitos malolientes, comida rápida, olor a crema…
¡Qué decepción!
Y yo allí, contemplando desde el balcón de mi hotel aquel desaguisado, había más gente que cualquier domingo en la calle de la ciudad donde vivo. Quince días por delante para “disfrutar” de unas merecidas vacaciones.
Se me hicieron bastante largos la verdad, ¿dónde estaba el encanto del mar, de mi mar, de mi playa, de la tranquilidad? Pero había que decir, ¡qué gozada, estamos de vacaciones en la playa! Y qué bien lo pasamos, estamos muy relajados….
Quince días haciendo nada, mirando a gente y más gente tostándose al Sol, aburridos con cara de felicidad, aguantando una semana o quince días en aquel infierno  para poder contar a todos sus amigos lo bien que lo habían pasado en las merecidas y nunca suficientes vacaciones.  Todo un año de sacrificio para estar dos semanas allí, pobres infelices.
Nunca volví a mi playa, sólo existe en mi recuerdo, y en ella a veces paseo y nado, y me siento en la arena escuchando el romper de las olas que se mezcla con su dulce voz.

sábado, 8 de abril de 2017

Defínete


 

Si algo he aprendido del mundo laboral es que cada empresa debe saber hacia dónde va, porqué y cómo quiere ir; se llaman Misión, Visión y Valores; se estudian en todas las técnicas de gestión empresarial y generalmente se encuentran en lugar privilegiado para que puedan ser leídos por todos.
Piensa, ¿cuál es la empresa más importante para la que trabajas todas las horas del día?: Tu vida.
Sí, tu vida es tu empresa y si le quieres buscar sentido respóndete a las mismas cuestiones con sinceridad que no hace falta que las expongas posteriormente.
Misión: Es nuestra razón de ser, porqué existimos, cuál es nuestro papel en el mundo.
Visión: Hacia dónde queremos ir, visualizamos nuestro lugar en el futuro.
Valores: Las reglas del juego que nos autoimponemos, los pilares éticos y morales que regirán todas las decisiones que tomemos.
Una vez claras las respuestas que te des ya estás en disposición de comenzar a caminar, habrá lugares a los que no podrás llegar por tus principios o habrá principios que debas quebrantar para llegar a ese lugar.  Todo dependerá de ti, pero conscientemente, sabiendo lo que te pierdes por tus principios o los cadáveres que dejas por el camino por tus objetivos.  No vale envidiar al rico por su dinero y al pobre por sus principios; ser pobre y honesto no tiene ningún mérito.
O como se dice en mi pueblo: "Puta y buena mujer no se puede ser"

jueves, 6 de abril de 2017

50 Años no es nada.

 
50 tacos, ¿crisis? Tal vez sí, o tal vez no, digamos que otro pequeño cambio.
¿A mejor o a peor? Depende, simplemente diferente.

La mitad del camino ya está hecho, cada día nos acerca al irremediable final; te pongas como te pongas, no es una tragedia, simplemente es la vida.  Las cosas empiezan a pasar más despacio, las prisas son para los más jóvenes, los que quieren y pueden prosperar, con cincuenta ya vale con mantener, con que no empeore demasiado deprisa el entorno en el que te mueves.

Con 50 ya no necesitas aprobación social, ni likes, ni contar lo bien que te lo pasas, no es necesario ser políticamente correcto ni gustarle a nadie que no te guste a ti.  No te importa cómo te vean ni lo que piensen de ti.  Comienzas a valorar lo realmente importante, dejas de acumular cosas e intentas disfrutar vivencias, personas y situaciones, a darte que cuenta que en cualquier momento te vas y lo único que puedes llevarte es lo que hayas gozado, lo demás, aquí se queda.

Una de las actividades más bonitas y que más satisfacción produce a cualquier edad es hacer con pasión cosas inútiles para disfrute personal.

Así que aquí está mi blog.