domingo, 28 de febrero de 2021

Gabriel Rufián

Sin hacer valoraciones políticas ni partidistas, que para ello ya tenemos 40 millones de expertos en este país, no puedo negar que soy gran admirador de Gabriel Rufián. Me encanta. No sé cómo es en su vida privada y evidentemente ni me importa, pero el personaje creado, su puesta en escena y cómo lo va evolucionando se merecen cuando menos una alabanza.
 
En los últimos años ha sido el personaje público que más ha innovado en política y eso se agradece. O han sido muchas casualidades o todo lo ha medido a la perfección para que el foco mediático casi siempre le esté apuntando directamente. Camisetas en un mundo de trajes, chulería, arrogancia, maldad verbal, provocar expulsiones, tertulias televisivas, entrevistas en su programa, radio y artículos de prensa al más puro estilo circense, vendiendo emociones.
 
Le llevo siguiendo cuanto puedo desde sus primeras apariciones en el Congreso, siempre sacando los pies del tiesto, moviéndose como pez en el agua entre políticos anclados en las viejas formas. Todavía recuerdo el interrogatorio con José María Aznar, el fondo del asunto que se investigaba quedó en un segundo plano, a nadie le importaba la verdad; puro espectáculo, se sabía en el centro de la escena y lo aprovechó.
 
Poco a poco su personaje va evolucionando como hizo anteriormente Jordi Évole (nada que ver del Follonero a la entrevista a Pau Donés); pues al Sr. Rufián lo veo en esa línea, madurando. Ya está en el centro de atención, ya no causa indiferencia a nadie, si poco a poco su personaje va dejando las estridencias, excentricidades y maldades verbales, puede que lleguemos a ver a un líder sólido. Últimamente le veo en esa línea, cuidando más el mensaje, siendo más profundo, ha mejorado su vestimenta, ha adelgazado, parece que le está dando un giro a su personaje.
 
Hay que ser muy listo para pedir independencia en una tierra que históricamente no es la suya por ser hijo y nieto de emigrantes andaluces, sin haber vivido antes de la política, sin haberse criado a la sombra de un partido, sin padrinos, sin tener patrimonio familiar que le respaldasen sus aventuras, llegando a unas elecciones con los únicos ingresos del paro; él solito ha sido capaz de crearse un personaje de la nada y vivir de ello presumiblemente hasta tener su paga vitalicia y algún cargo orgánico de por vida. Si esto no es triunfar, viniendo de la nada, que alguien me lo explique.
 
Senior Riojano