domingo, 26 de febrero de 2023

YO SOY LA LEY

Este país no es de fiar. ¿Qué podemos esperar de las cabezas de mi generación si nos han ido constantemente cambiando leyes, costumbres y normas para convivir?

En la infancia es cuando se asientan los principios básicos que regirán tu vida, esas reglas a veces no escritas que todos aceptamos y acatamos sabiendo que de esa forma seremos aceptados por la Sociedad y nos dejarán formar parte de ella.

En mi infancia me obligaban a cantar el Cara al Sol en el colegio, ahora aunque quisiese no puedo, está prohibido.  La masturbación te dejaba ciego, ahora tenemos guías de “autoexploración” que a más de un adulto nos vendrían muy bien.  El gran mito de la virginidad hasta el matrimonio, si perdías tu virginidad ya nadie te podía querer.  El aborto era un asesinato, ahora es casi una obligación. La homosexualidad era un delito y había que combatirlo, hoy es imprescindible si te quieres dedicar a la TV. El Comunismo era el principio de todos los males. El Caudillo fue puesto a gobernarnos por la gracia de Dios igual que a los Reyes de Francia; Caudillo que por cierto murió plácidamente en su cama y fue enterrado con funerales de Estado; de los que ahora tanto insisten que lucharon incansablemente contra él por restituir el orden democrático y traer la democracia, de esos, no vi a ninguno hasta pasados muchos años tras su muerte y ver que se podía participar de la vida política sin riesgo para la salud.

Más tarde, en la transición descubrimos lo que parece que erróneamente pensábamos era la libertad.  Todos nos interesamos y fuimos partícipes de esa época de apertura hacia las drogas, la música y los libros que hasta hacía poco estaban prohibidos.  Asistimos a todos los mítines que pudimos dando igual su color político, sólo queríamos aprender y conocer todos las propuestas porque nuestro voto era el acto más grande y que con más responsabilidad un ciudadano debe ejercer, no se podía desaprovechar.

Seguíamos cazando pájaros con liga o alcatrapas, teniendo perros sin pedigrí, matando camadas enteras de cachorros, quemando rastrojos y pescando con tresmayo. No eras un hombre hasta no fumar y beber a destajo; si te hacías objetor en la mili eras un mierdecilla cobarde.  Si trabajabas mucho y con honradez te harías muy rico. 
Respeto y Olvido; nunca nuestros padres nos inculcaron odio hacia quienes habían matado a nuestros abuelos; todos, absolutamente todos tenían muertos asesinados por la envidia, el rencor, la venganza y en contadas ocasiones la política.  Sólo querían que lo olvidásemos, tanto era lo que sufrieron y los destrozos de familias enteras que vieron,  que se conjuraron para comerse ese odio en silencio y luchar con todas sus fuerzas para que nada parecido volviese a suceder, algunos nos enteramos de auténticas tragedias en nuestras familias que nunca nos contaron en nuestra casa, eran terceros los que tras muchísimos años de silencio y casi siempre por despiste te empezaban a contar algo pensando que eras conocedor.

Todas esas convicciones con las que crecimos, ahora, en nuestra edad adulta han saltado por los aires, el péndulo está en el lado opuesto, no sé si todavía alejándose o ya está de vuelta a la posición que conocimos.

A los que estamos próximos a la jubilación, la sensación que nos queda no es de evolución, ni de revolución, ni de cambio, ni siquiera de extrañeza; lo que nos queda es el sabor de boca de que nos han tomado el pelo, la Sociedad, el Mundo, la Iglesia y los sinvergüenzas; se han reído y se ríen de nosotros.

Ni era cierto lo que nos inculcaron de niños, ni son ciertas ni acertadas las nuevas leyes que nos quieren imponer con calzador como normas de convivencia y civismo.  Pues parafraseando a la Iglesia yo diría que todas las leyes, pasadas, presentes o futuras se resumen en dos:

1.- Vive y deja vivir.

2.- Mis leyes me las hago yo.

Y como diría el Juez Dredd: Yo soy la Ley.

Senior Riojano