Sin hacer valoraciones políticas ni partidistas, que para ello ya tenemos 40
millones de expertos en este país, no puedo negar que soy gran admirador de
Gabriel Rufián. Me encanta. No sé cómo es en su vida privada y evidentemente ni
me importa, pero el personaje creado, su puesta en escena y cómo lo va
evolucionando se merecen cuando menos una alabanza.
En los últimos años ha sido el personaje público que más ha innovado en política y eso se agradece. O han
sido muchas casualidades o todo lo ha medido a la perfección para que el foco
mediático casi siempre le esté apuntando directamente. Camisetas en un mundo de
trajes, chulería, arrogancia, maldad verbal, provocar expulsiones, tertulias
televisivas, entrevistas en su programa, radio y artículos de prensa al más puro estilo circense, vendiendo emociones.
Le llevo
siguiendo cuanto puedo desde sus primeras apariciones en el Congreso, siempre
sacando los pies del tiesto, moviéndose como pez en el agua entre políticos
anclados en las viejas formas. Todavía recuerdo el interrogatorio con José María
Aznar, el fondo del asunto que se investigaba quedó en un segundo plano, a nadie
le importaba la verdad; puro espectáculo, se sabía en el centro de la
escena y lo aprovechó.
Poco a poco su personaje va evolucionando como hizo
anteriormente Jordi Évole (nada que ver del Follonero a la entrevista a Pau
Donés); pues al Sr. Rufián lo veo en esa línea, madurando. Ya está en el centro
de atención, ya no causa indiferencia a nadie, si poco a poco su personaje va
dejando las estridencias, excentricidades y maldades verbales, puede que
lleguemos a ver a un líder sólido. Últimamente le veo en esa línea, cuidando más
el mensaje, siendo más profundo, ha mejorado su vestimenta, ha adelgazado,
parece que le está dando un giro a su personaje.
Hay que ser muy listo para pedir independencia en una
tierra que históricamente no es la suya por ser hijo y nieto de emigrantes
andaluces, sin haber vivido antes de la política, sin haberse criado a la sombra
de un partido, sin padrinos, sin tener patrimonio familiar que le respaldasen
sus aventuras, llegando a unas elecciones con los únicos ingresos del paro; él
solito ha sido capaz de crearse un personaje de la nada y vivir de ello presumiblemente hasta tener su paga vitalicia y algún cargo orgánico de por
vida. Si esto no es triunfar, viniendo de la nada, que alguien me lo explique.
Senior Riojano
No hay comentarios:
Publicar un comentario