La casualidad y una cita con mi abogado tuvieron la culpa de que ayer presenciase a una pequeña multitud esperando que un hombre desesperado saltase desde lo alto de una grúa de construcción en lo que era el viejo colegio de Maristas de Logroño.
Llegué en coche, que es como llegamos los de los pueblos que
no pasa ni tren, ni autobús ni avión que conecte con la capital, porque con la
bici nos pilla un poco a desmano. La
cita era en Calvo Sotelo, calle peatonal, muy limpia, muy bonita y todo lo que
quieras pero a los de la Sierra que nos cuesta pagar por aparcar no nos gusta
tanto, eso de ir al Parking del Ayuntamiento y acercarte caminando unos minutos
nos molesta bastante. A lo que iba, al
enfilar Avda Colón desde la nueva estación ya veo que está cortada por la policía
Local a la altura de Jorge Vigón, vale, rodeo por Vara del Rey y al Parking.
Según me acerco caminando por Juan XXIII oigo alguna sirena,
bomberos, protección Civil, ambulancia, más policía; y a una persona paseando
por el brazo de la grúa a (s/medios) 50 metros de altura al final de Calvo
Sotelo. Amenaza/avisa que se va a arrojar
al vacío, hostias, la escena es sumamente desagradable y tensa, una persona
medianamente joven a punto de quitarse la vida ante la mirada de los transeúntes/curiosos. Lo que sucede sobre la grúa y de cómo actúan
los bomberos hasta que logran que el sujeto baje está en los diarios y
telediarios regionales, así que aprovechando que el destino me puso allí mientras
esperaba a mi cita, que se retrasó previo aviso telefónico una hora más, eché
un vistazo y perfilé a los asistentes mientras me desplazaba discretamente
entre ellos. Presté gran atención a los tan diferentes comportamientos de las
personas ante una posible misma tragedia.
Muchos se acercaban con cierta sonrisa y curiosidad a
preguntar el motivo del corte de calles y seguido de ver la situación, mirada
al suelo, media vuelta y a casa con cara de circunstancias. Otros observaban desde una cierta distancia la
potencial tragedia, sin móvil, con la cara tensa, sufriendo en cierta medida
por la desgracia pero no pudiendo separar la mirada de la grúa, esperando lo
que parecía inevitable en ese sentimiento masoquista tan humano de dolor-placer. En frente de Maristas hay una academia, la
policía dio orden de que no saliesen los niños y que no entrasen a clase los
que estaban detrás de la cinta de corte policial. Varias veces el policía Local
de turno avisó a las familias de que sus hijos estaban bien y saldrían
acompañados por los profesores cuando pasase todo, que querían evitar que
viesen la desgracia si esta sucedía, a las familias que llegaban con los niños
y se quedaban viendo el espectáculo varias veces les dijo “no hay clase, son
niños, yo me los llevaría de aquí, por Dios, son niños, no soy su padre, por
favor, yo a los míos me los llevaría”.
Otras personas fundían sus baterías grabando en vídeo, no se querían
perder el momento estelar si este sucedía. Algún gracioso hacía
videoconferencia para mostrar a los colegas lo que estaba viendo en riguroso
directo. También había risas con comentarios despectivos sobre su posible salud
mental, estado etílico o creencia religiosa. Otros se marchaban renegando por
haber estado allí hora y media “para nada”. Una mujer de mediana edad sólo
miraba con rictus marmoleo y corazón compungido, entre dientes rezaba con las
manos cruzadas sobre el pecho y de vez en cuando besaba una cruz de plata que
llevaba en su collar. Los vecinos apenas
se asomaban por las ventanas, solo alguna mirada de vez en cuando a través de
las cortinas, a hurtadillas, no era obligatorio mirar, la gente avisaría con
sus gritos si se precipitaba por fin al vacío.
Hoy ya nadie se acuerda del lado humano, de la persona
dentro del cuerpo que ayer se paseaba por el brazo de la grúa no sé si desafiando
o buscando la muerte. Pero hoy es el día, sí, hoy es el día de hacernos
preguntas, de preguntar porqué, porqué y porqué. De saber si estamos dando los
tratamientos y la atención adecuada a los enfermos mentales, si en el trabajo
estamos estresando y presionando hasta la desesperación de tener que tomar ansiolíticos,
tranquilizantes o antidepresivos para poder sobrevivir. Hoy es el día de preguntarnos qué le llevó a
subirse a la grúa y cuántos más hay en situaciones límite similares por
problemas internos o externos. Sólo los
especialistas tienen datos fidedignos de suicidios o intentos de suicidio; es un
tema demasiado serio para tomarlo a la ligera. Hacer fotos o videos para
compartir por Whatsapp para alimentar el morbo o la estupidez humana no
soluciona nada.
Dicen que no hay que legislar o tomar medidas en caliente, estoy
en contra, hoy es el día de trabajar, de investigar de dedicar medios humanos y
económicos en poner remedio a estas situaciones. No te doy el dato, búscalo, investiga cuántos
suicidios hay en España, la franja de edad y los motivos; busca, clasifica,
prioriza y luego piensa dónde van tus impuestos.
Mi abogado vino, solucionamos nuestros temas y me fui a
dormir al pueblo, en coche no en bici, con la boca seca y la cabeza caliente.
SENIOR RIOJANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario