Siempre que puedo evito hacer comparaciones entre tiempos
actuales y pasados, lo oí y odié tantas veces en mi juventud que me prometí no
caer en los tópicos típicos de la genta mayor quejándose de la ruina de
juventud que puebla el planeta, ya quedó documentado por el mismísimo Sócrates. O sea, nada nuevo bajo el Sol, según los
viejos del lugar nos vamos al carajo. Evidentemente
ni ningún tiempo pasado fue mejor ni la juventud de ahora difiere de tu juventud;
son etapas que las personas vamos pasando y nos vamos amoldando/adaptando a los
nuevos escenarios sociales donde nos debemos mover. Ya sabemos que sobrevive quien más rápido se
adapta,
Dicho esto, no deja de extrañarme sobremanera la demanda de muchos
colectivos y vecinos de más presencia policial con el objetivo de hacer cumplir
las normas y repartir sanciones como la Policía Armada repartía ostias en los
70. No paro de leer en prensa y RRSS la
exigencia principalmente a los Ayuntamientos de más policía represora, policía
que mediante multas imponga normativas ¿?
La policía te da esa falsa sensación de seguridad que
necesitas para salir a la calle cuando lo único que de verdad te protege es una
sociedad sana, culta y adaptada.
Me quedo muy perplejo y desencantado con la situación. A bote pronto recuerdo que se solicitan más
agentes para multar:
- Coches
en doble fila.
- Cagadas
no recogidas de mascotas.
- Rotura
de mobiliario urbano.
- Orinar
en la calle (humanos, que los perros tienen barra libre)
- Vigilar
en las piscinas
- Borrachos
ruidosos a deshoras por las calles.
- A
los hosteleros por no depositar la basura en los contenedores, ni seleccionarla.
- Terrazas
en las calles.
- Venta
de alcohol a menores.
- Asadores
cerrados.
- Peleas
callejeras.
- Evitar
botellones en espacios públicos.
- A
maltratador de gatitos.
- Más
tests de Alcohol y drogas.
- A
los autobuses sin aire acondicionado.
- ….
Con la multiculturalidad, el buenrrollismo y probablemente
la edad estoy bastante descentrado, estoy en fuera de juego, ya no sé cómo
actuar para ser un tipo “moderno” de nuestros tiempos; pensaba que las
sociedades eran capaces de autogestionarse con cuatro normas y sentido común;
me explico: Si llegas a una piscina y en la puerta tienes escritas una serie de
normas, es tan sencillo como que si las vas a cumplir entras, y si no las
quieres cumplir pues no entras. ¿Fácil, no?
Si aún así no lo has entendido por cuestiones de edad, las hormonas o
que tus padres han sido “relajados” educándote; pues lo más normal es que el
socorrista, vigilante o cualquier otro usuario te lo recrimine y te invite a
marcharte.
Pero diablos!!!!! Llegó la estupidez humana para instalarse
entre nosotros. Ya nadie se atreve a decir
a un musulmán, un gitano, un hindú o similar: Señor/Señora, soy el vigilante de
la piscina y la norma dice que no se puede bañar vestido/a y que además debe
pasar por la ducha. Quien se atreva a decir
semejante obviedad le dedicarán palabras como racista, xenófobo, facha,
homofóbico o similares, se tendrá que defender en los tribunales y probablemente
reciba amenazas o incluso agresión física.
Conclusión, que como tenemos tanto miedo a ser recriminados
en público y debemos parecer políticamente correctos aquí no se complica la
vida absolutamente nadie; descuelgo teléfono, llamada al encargado ( que evidentemente
tampoco quiere saber nada) para confirmar que llame a la policía y que hagan lo
que quieran, ya no es nuestro problema.
La policía, que evidentemente tampoco está por la labor de que les
tachen de racistas, xenófobos, fachas, homofóbicos o similares porque les puede
caer la del pulpo, pues pasarán de puntillitas por el asunto procurando capear
el temporal y que pase pronto su turno que total las multas no las pagan y si
llegan al Juez en pocas horas están otra vez en la calle haciendo lo mismo y
con la lección aprendida de que no les pasa absolutamente nada.
La piscina es un ejemplo, pero aplícalo al ámbito que quieras,
somos tan modernos y civilizados que sólo sabemos o llamar a la policía y
grabar con el móvil para luego poner un anónimo en Twitter.
Y no, como decía al principio, no voy a caer en la tentación
de comparar esta sociedad con la de nuestra juventud cuando había muy poca policía
en la calle pero te caían ostias educativas por todos los lados, el cura, el
maestro, la guardia civil, el vigilante, el sereno o la policía armada. Siempre quisimos menos policía en la calle
porque el sentimiento era de policía represora/sancionadora, en cambio ahora
estamos deseando llenar las calles de agente multando, no entiendo nada.
Como decía, no te multaban, no hacía falta; un ejemplo que
suelo contar en las cenas con gente más joven, yo aprendí a no orinar borracho entre
dos coches de un porrazo, sí de un porrazo sorpresivo por la espalda, plano y
seco, cruzado, con marca y dolor de una semana desde la parte superior del
hombro izquierdo hasta el riñón derecho y la humillación de haberlo recibido en
público. Doy Fe que no lo he vuelto a
hacer y que incluso en el campo antes de mear me entra un escalofrío y miro a
mi espalda antes de sacármela.
SENIOR RIOJANO
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