sábado, 15 de junio de 2024

Casco Viejo: Zona 0


A día de hoy el Casco Viejo de Logroño puede que sea el tema de debate que más se habla en todos los círculos de La Rioja.  Son muchos los actores de esta trama, todos con sus derechos y cada uno con sus intereses particulares.  El problema, o situación, no es de ahora, viene de lejos; hostelería, pisos turísticos, vecinos, paseantes, borrachos, meones, ruidosos, ciclistas y comerciantes no han aparecido por generación espontánea, es algo que se lleva cocinando a fuego lento desde hace décadas.

Empezaré por la conclusión: No tiene solución.  Es decir, hagas lo que hagas habrá una parte que saldrá muy perjudicada; ni siquiera buscando la solución menos mala será aceptada por el resto, estamos todavía en posturas iniciales de órdago.  El casco viejo de Logroño se ha convertido en una guerra de bandas por el control de la calle.

Es fácil emitir juicios de valor sin ser una de las partes implicadas, como también es fácil hacer de observador/opinador viéndolo desde la distancia pensando que esta no es mi guerra.  En Logroño todos parecen implicados vivan o no vivan en el Casco Viejo, unos como afectados, otros por solidaridad con algún colectivo y los más como medida de agitación política; insisto: guerra de bandas por el control de las calles.

Que es imposible la convivencia entre bandas está claro, y que todos tienen intereses y derechos contrapuestos, también. En el Casco Viejo reina un modelo de negocio que como todo negocio tiene sus daños colaterales inevitables. Todas las miradas se dirigen a la hostelería y al Ayuntamiento, y éste último con cierta audacia está intentando no tomar medidas drásticas que arruinarían el sector, bastaría con ser severo en la aplicación de las normas de ruido, higiene y horarios para que los famosos turistas de borrachera de fin de semana dejasen de visitarnos con el perjuicio económico que supondría para la ciudad, sería perder nuestra, hasta ahora, seña de identidad, la famosa Calle Laurel, San Juan, Portales, sus vinos, sus tapas y pinchos, y sus despedidas de soltero.  Abandonar el Casco Viejo como parque temático del cachondeo y convertirlo en una zona residencial donde todos van en bicicleta, la gente hable bajito y meen en sus casas es otra opción.  En los 70 y principios de los 80 era una zona residencial donde había de tranquilidad desde Portales hasta el Ebro, sólo algún bar con luces rojas iluminaba alguna calle.

Entonces, si no hay solución ¿qué hacemos?  Yo diría que minimizar las consecuencias, que la guerra no salga de la zona 0, que el campo de batalla se quede ahí, que no afecte excesivamente a la política, ni a los grupos ecologistas, ni ciclistas, ni caminantes, ni borrachos, que la guerra no se extienda por simpatía a otras bandas ajenas al problema.

Por ejemplo:

1.- Crear una comisión de estudio.  Si quieres que algo no se solucione crea una comisión de estudio con representación de todas las partes implicadas, nunca falla, se alargan en el tiempo y nunca llegan a un acuerdo de motu propio. Si les pones ya unas dietas y les das unas tarjetas como representantes de tal o cual asociación ya lo bordas, la comisión seguiría de por vida y el problema también.

2.- No hacer nada.  Esta es buena eh?, la gente se obceca en un problema y se olvida de todos los demás, sirve de cortina de humo para centrar la atención en algo irresoluble y mientras ir colando por la puerta de atrás asuntos de vital importancia que de otra manera tendrían un enfrentamiento popular fuerte.  Llamada técnica del avestruz, esconder la cabeza bajo el suelo; lo único malo es que se te queda el culo en pompa y corres otros peligros.

3.- Referéndum.  Solución moderna y progresista, usar el derecho a decidir. Me gusta mucho esta opción, es la mejor manera de que se autodestruyan ellos solitos puesto que todos respetamos a las mayorías excepto si no quieren lo mismo que yo.  Si usas el mapa del Casco Viejo, permites que se asocien los propietarios de todo lo que esté dentro de las líneas de ese mapa, dejas que cada grupo haga su proyecto de solución, y posteriormente que voten cuál es el futuro que quieren para su barrio puede ser entretenidísimo.  Me gusta mucho porque es una solución quirúrgica y bien vista, si yo fuese el asesor del Alcalde le aconsejaría esta.  Tiene todo que ganar y nada que perder.  Derecho de autodeterminación por referéndum, lo que diga la mayoría, como el Rey Felipe VI, a mirar, a firmar lo que la mayoría decida, pegar banderazos y a las fiestas de los barrios que son muy entretenidas.

4.- Cambiar el modelo de negocio, por las buenas, o por las malas. Esta es la más lógica si realmente se quiere buscar una solución, pero la más larga y la más trágica.  Requiere de la precisión de un neurocirujano. Primero pensar objetivamente qué modelo de Casco Viejo quiero sin tener en cuenta absolutamente a nadie, presentarlo, buscar adeptos e implantarlo.  El sentido común me dice que han sido muchos años da abusos, de hacer la vista gorda, de dejarse robar espacio a la calle en detrimento del vecino, del ciclista, del pequeño comerciante.  El sentido común también me dice que no se puede pasar de 100 a 0 instantáneamente, la deceleración nos mataría.  El objetivo estaría claro, menos gente en la calle, horarios cerrados compatibles con el descanso, menos terrazas, menos jaleo; se perdería más de la mitad del negocio pero se ganaría en calidad de ciudad.

Pero mientras tanto, ahí seguimos atentos a cada declaración cada vez más subida de tono de todas las partes.  La última que he leído es de los Hosteleros quejándose por competencia desleal en las degustaciones de San Bernabé, no me digáis que no es de chiste, le dijo la sartén al cazo: “aparta de ahí marranazo”.

Y para acabar dos anécdotas personales:

a/ un par de años viví junto al Café Bretón en un primer piso, entraba por Bretón de los Herreros y mis ventanas daban a la calle laurel, que algo de ruido, meadas y tal ya sé.

b/ y la otra es que las últimas visitas que he hecho para enseñar a extranjeros la calle Laurel y su entorno me han parecido un agobio por tanta gente, tan apretados, tanto ruido y tanto alboroto; también puede ser que me esté haciendo viejo y no tengo ya el coño pa’ruidos.

Senior Riojano

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