Cíclicamente como las estaciones, nos hacen llegar mensajes para
recordarnos que “la lucha continúa” por repoblar nuestros pueblos, todas llevan
una comisión de estudio, un grupo de trabajo, o estudios de sesudos departamentos
dentro de cada partido político formado por los mejor formados en la materia e
inevitablemente llegan desde la capital, por un lado; por otro, también
cíclicamente van apareciendo “hijos del pueblo” que dedican mucho tiempo y
energía para dinamizar socioculturalmente las localidades que vieron nacer a
sus padres y abuelos. Buenos ejemplos son las asociaciones de amigos de tal o cual
pueblo, o de tal o cual ermita; sin mucho esfuerzo me acuerdo de mis amigos de
Treguajantes, o de Laguna, o los de la editorial La Zamarra (entre otros),
loables ejemplos de trabajo desinteresado por recuperar la actividad en los
pueblos. De hecho, muchos descendientes
están reconstruyendo casas, asfaltando calles, rehabilitando espacios
naturales, plantando árboles y organizando unas fiestas entrañables que
realmente hacen que esos días de celebración sea una delicia estar por allí.
Pero; si el objetivo es fijar población estable, ni estas
asociaciones están preparadas ni este es el camino, se necesita algo que cada
vez es más complicado de conseguir: Trabajo.
Sólo tenemos que echar la vista atrás y analizar el porqué
del éxodo a la capital, ¿porqué la gente en un momento dado decide abandonar el
pueblo? La respuesta es clara, falta de trabajo, falta de una forma de ganarse
la vida. Ejemplo, Villarroya tenía 450
habitantes hace 60 años, hoy tiene 7; hace 60 años Villarroya tenía 2 minas de
carbón, hoy ninguna. La misma comparación se puede hacer con otros pueblos que
primero explotaban sus bosques, luego el ganado, luego la agricultura y
actualmente nada. Históricamente la
población se asienta donde más fácil se consigue alimentos, trabajo y ocio. Muchos pueblos o ciudades han nacido a la vez
que una explotación y han desaparecido con la misma dejando los restos de lo
que alguna vez fue una población grande con todos los servicios.
Insisto, lo único que puede atraer población es el trabajo,
esos globos sonda de invertir en infraestructuras deportivas, cajeros
automáticos, farmacias o festivales de música nunca servirán de nada si la
gente no tiene cómo ganarse la vida, así de simple. El planteamiento no es crear las
infraestructuras y los servicios para que la gente venga, sino todo lo
contrario, si la gente viene a trabajar se instalarán y las infraestructuras se
crearán cuando sean necesarias. El orden
lógico de las cosas, primero la necesidad y luego el remedio.
Por ello, considero que todos los que dicen luchar contra la
despoblación desde un despacho de la capital inyectando de vez en cuando dinero
a modo de “regalo de la administración para mis amigos del pueblo”, que a duras
penas les llega para asfaltar 2 calles y poner 4 farolas; pues que se están
equivocando si el objetivo es fijar población.
No todo vale en la búsqueda del voto, creo que deben ser más reales, más
transparentes, más realistas; poner los datos encima de la mesa y contar de
forma creíble cuánto te costaría en euros emprender en un pueblo.
Lo tengo claro, a no ser que seas jubilado o funcionario, no
hay forma de ganarse la vida en los pueblos, a lo sumo puedes casi
autoabastecerte de alimentos a duras penas. Por eso, la semana pasada
preguntaba primero en el bar y luego en X:
“¿Qué negocio rentable y dinamizador de la Sierra montamos
en el pueblo cuando nos retiremos de lo nuestro?”
Esta pregunta la hago siempre que tengo oportunidad a
miembros de todos los sectores públicos implicados, y la respuesta no es qué
negocio (porque creo que no tienen ni idea pues no han creado un puesto de
trabajo en su vida), sino cuánto de tu dinero, de tus impuestos, van a dar para
gastar en los pueblos en lo que ellos llaman lucha contra la despoblación. Lo reducen a dinero puro y duro, a ayudita, a
paguita.
Empresa de vigilancia y/o Residencia de ancianos fueron las
respuestas de dos amables twitteros.
¿Tienes alguna idea mejor? Pues apórtala.
SENIOR RIOJANO
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