jueves, 11 de enero de 2024

Coge la pasta, y corre.

 


Hoy se hace público que One Rock Capital Partners ha comprado Constantia Flexibles, ósea, al viejo Tobepal de toda la vida de la carretera de Burgos que nació de dos amigos hace un siglo.  Sobre el papel es una operación más de unos fondos de inversión que adquieren una empresa, o grupo de empresas, con el único objetivo de sacar rentabilidad pura y dura en el plazo de tiempo más corto posible con el cuaderno de cargas fotocopiado de operaciones similares asegurando la continuidad de todos los puestos de trabajo, prometiendo grandes inversiones, ampliaciones, mejoras en Seguridad laboral, mantenimiento y aumento de la cúpula directiva, etc, etc, etc, como siempre dicen “vienen para aprender y servir a La Rioja” (sic). Lo de siempre, vaya.

Las últimas compras sonadas en La Rioja han sido de Invespanel por Kingspan, Viamed por Macquarie ya propietario de casi todos los centros privados Riojanos, Induplast que compró a Petroplast, Grupo Costa se hizo con la Alegría Riojana, Berlín Packaging a Tapas y Envases, Bondalti a Aema.

La mayor parte de estas operaciones de compra o adhesión no salen en prensa pero existe un goteo de pymes que son adquiridas por grupos importantes o por fondos buitre que particularmente me llaman mucho la atención.  Se ha profesionalizado tanto las compra/ventas que el propietario del capital no sabe ni dónde ni cómo lo están invirtiendo y el gestor ni sabe ni quiere saber de empresas reduciendo la actividad a un Excel con un recuadro de números en negrilla resultado de Ingresos-Gastos, si el número es negro y grande, bien; si el número es rojo pues a trocear la tarta y venderla por partes hasta llegar a una suspensión de pagos que les exima de toda responsabilidad económica.

Dicho esto, me hago un DAFO mental de si este escenario es bueno o malo y a quién beneficia o perjudica; y en la segunda derivada busco el porqué.  ¿Qué lleva a una pyme en pleno proceso de ampliación y crecimiento a dejarse comprar, o venderse, a un grande?

El mundo es un no parar de cambios donde sólo sobreviven los que más rápidamente se adaptan al nuevo entorno, esto es una máxima aplicable a cualquier ámbito de la vida y principalmente a los negocios.  Hace unas décadas las reglas de juego para crear una empresa, negocio o emprender eran bastante diferentes a las actuales (ni mejores ni peores, simplemente diferentes), de hecho, era muy habitual que las personas comenzasen a trabajar en un taller y al poco tiempo, una vez aprendido el oficio montar su propio negocio; la tendencia era expansiva, un taller era el origen de muchos talleres; prácticamente cualquiera con los conocimientos básicos de su profesión, carpintero, mecánico, electricista, fontanero, caravistero, escayolista, encofrador, carnicero, o cualquier otra; podía montar sin casi inversión su propio negocio, podía emprender y prosperar.  Ese era el ascensor social más común: aprender un oficio trabajando e independizarse intentando ir ampliando negocio.  Fueron muchos a los que les fue muy bien, por lo menos en la primera y segunda generación.

Pero llegamos al siglo XXI con su globalización, sus comunicaciones, sus migraciones, sus guerras, sus políticos con sus políticas, ecología, normativas, funcionarios y burocracia; mucha burocracia, mucho papel, mucha gestión, muchos impuestos y mucha duplicidad en las administraciones; entre otros muchos cambios; esto por lo menos para autónomos y Pymes, las grandes corporaciones con grandes e importantes inversores y accionistas juegan en otra liga, en la liga de los que tienen línea directa con el Estado, las Administraciones y las leyes. Sus obligaciones no son como las tuyas.  Pues en este entorno hay que remar.

El hecho es que estamos asistiendo a una involución en la organización empresarial, ya nadie se hace rico o mejora su nivel y calidad de vida por emprender o montar su negocio; fijémonos en los datos: 9 de cada 10 negocios cierran en los primeros cinco años de vida, el 90% fracasan, ¿Arriesgarías tu dinero, tu casa y tu tiempo si te dicen que tienes un 90% de posibilidades de arruinarte de por vida? Respóndete con sinceridad.

Por otra parte los negocios supervivientes de décadas anteriores están literalmente asfixiados y despistados. Las normas y leyes cambian constantemente sin tiempo para adaptarse, la carga fiscal es cada vez mayor y las obligaciones para con todos los sectores no para de crecer.  Los bueyes que tiran del carro están fatigados y su carga es cada vez mayor; sólo desean parar, que alguien les compre el negocio, coger el dinero e irse bien lejos de este sindiós y que del carro tire otro tonto.  Ser autónomo, tener un pequeño negocio o emprender, lejos de hacerte ganar dinero te estropea la salud mientras observas cómo todo el mundo a tu alrededor vive mejor que tú a tu costa.

Los negocios y las profesiones han dejado de importar a nadie, han perdido el romanticismo de construir o de fabricar o de tratar tu negocio y a tus empleados como a parte de la familia.  Sólo queda el Excel, las obligaciones tributarias y el pensamiento generalizado de que eres un rico explotador.

Ante esta situación es más que normal el presente panorama, el grande cada vez es más grande y deshumanizado y el pequeño o se muere o se lo comen.

Así que si tienes un negocio y puedes venderlo: “Coge la pasta y corre”

SENIOR RIOJANO

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