- La subvención.
En el bar de Tabas lo he oído muchas veces, perfecto que el
Estado o el Gobierno Regional de turno subvencione y ayude a ciertas
actividades; pero; y cuando se escribe un pero lo anterior ya no sirve para
nada, pero, una cosa es apoyar en la mejora de las explotaciones, y otra, regar
con dinero público la actividad para que el agricultor, generalmente a tiempo
parcial y con medios obsoletos heredados gane dinero con una actividad
deficitaria en las circunstancias de mercado actuales.
Sin entrar en la barbaridad de la “vendimia en verde” que
paga por destruir producto, nos presentamos en un año hídrico complicado
preludio de lo que probablemente nos espera en el futuro cercano. Es hora de estudiar el pasado, analizar el
presente y planificar el futuro. O tal
vez ya sea demasiado tarde pues ya no queda tiempo para adecuar todo un sector
al nuevo escenario.
El objetivo primero y último de una ayuda económica gubernamental
debiera ser mejorar el rendimiento, es, como en cualquier actividad económica,
producir más con menos; cuando decimos menos, es menos de todo, menos recursos
naturales, técnicos y humanos. Si esto
no se vigila y se exige que ese dinero sea para invertir en mejoras, nos encontramos
con subvenciones simplemente por superficie a X euros por fanega, pues sucede
lo que siempre ha sucedido, que el dinero en vez de dedicarlo a mejorar la
explotación me lo gasto en cambiar de coche o comprar un par de lonjas a ver si
las puedo alquilar en negro y sacar unas perrillas extras más fáciles que del
campo.
Y que pasa con el bueno, el que con una visión de futuro ese
dinero y parte de sus beneficios los ha invertido en mejorar la explotación, en
este caso que nos preocupa del riego por goteo previendo que el agua es un
recurso limitado y debemos optimizarlo todos.
¿Cuánto de cuántas subvenciones verdaderamente se han
dedicado a mejorar regadíos?
La respuesta es sencilla, una mañana sacas la bicicleta, te
das un paseo hasta Nalda o Lagunilla pasando por Villamediana y Ribafrecha por
los caminos y vas contando cuantas plantaciones de frutales tienen un sistema
de riego optimizado y cuántas riegan a manta consumiendo el 80% más de agua en
evaporación innecesaria. Y te contestas
tú mismo.
¿Y qué sucede con el que se ha gastado el dinero de la
subvención o del suyo propio en un riego automático, ecológico y sostenible? Pues que como sus vecinos no lo han hecho, pagan
justos por pecadores, tienen la misma disponibilidad de agua que los demás;
inversión perdida.
Sabemos de donde venimos y sabemos dónde estamos, lo que no
veo claro es el futuro, no veo capacidad ni en los dirigentes, ni en los
afectados de buscar acuerdos y plantear soluciones que salven sus
plantaciones. Como comentaba
anteriormente la mayoría son pequeños a tiempo parcial, no les pidas invertir
un céntimo, sólo tienen una mano, la de coger, si vienen y me lo hacen, bien,
sino no invertirán nada.
Si persiste la sequía, que parece lo más probable, pronto
veremos y oiremos las quejas que como suele ser habitual se dirigirán hacia la
clase política que siempre son el blanco fácil al que disparar en cuento llegan
las adversidades, toda la culpa la echarán a la administración, y se irán a sus
casas con la conciencia tranquila pensando que están luchando por defender los
nobles intereses del sector, hoy; los años de atrás que “ganaban la subvención”
ya se les ha olvidado. Memoria frágil la
que tenemos cuando queremos.
SENIOR RIOJANO
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