sábado, 1 de abril de 2023

Manteros de la política

Estamos de campaña. La que podía ser la profesión más noble del mundo se ha convertido en un reality show de promesas irrealizables que bien se podía titular: ¡Y yo más! Los distintos candidatos y por ende sus partidos, que o bien los apoyan o bien los han elegido a dedo, no paran de lanzar promesas no sé si al aire, a los ciudadanos, o a sus fieles.

Me pregunto, seguramente desde la ignorancia, ¿a quién van dedicados los discursos electorales? Ya nadie se cree nada de una clase política caída en el descrédito, su público se reduce a los fanáticos que acuden para ser vistos aplaudir con las orejas y a ver si con un poco de suerte viven de la política; al ciudadano normal, al que piensa por sí mismo, tiene ojos y decisión propia me parece que le da exactamente igual.

Tras muchas campañas con su correspondiente inevitable precampaña y tras muchos desengaños asisto con desánimo y desgana a una más. Pero en La Rioja me está resultando curiosa la escalada de promesas copiadas entre ellos mismos; si una va a bajar los impuestos, el otro más; si va a ver a los emigrantes y les promete cosas, el otro más; si va a contratar médicos, el otro más; si otro va a hacer una ley mental, el uno más; y así cada día, y yo más, y yo más y yo más.

Desde los 800.000 puestos de trabajo con la OTAN bien lejos, a no pactar con terroristas ni independentistas, pasando por el AVE a la Rioja o la liberalización de la AP-68, ya sabemos todos de qué va todo esto.  La primera vez que te engañan la culpa es del otro, la segunda es tuya por creerle.

Meditaba hace un rato y el mejor símil que encuentro para toda esta fiesta es la de los manteros que venían por el pueblo antes de que existiese una ley que regula (y grava)  la venta ambulante.  Principalmente en verano aparecían no se sabía muy bien de dónde en los actos de mayor concurrencia, todos vendían lo mismo, tabaco de contrabando, imitaciones de marca, radiocasettes robados, copias piratas de discos, preservativos de sabores, algo de hachís y si necesitabas “cualquier cosa” por un módico precio te lo podían conseguir; la contraseña para dirigirte a ellos era “oye paisa” a lo que respondían “barato barato”.  Profesionales del negocio, habían venido juntos, vendían lo mismo, estaban en el mismo lugar, por lo que las posibilidades de venta eran las mismas, pero les descubrí la táctica que usaban, que era siempre la misma y la tenían pactada entre ellos:

Si estabas interesado en un reloj y el primero te pedía 2.000 pesetas, el segundo tras regatearle te lo dejaba en 1.800 y el tercero tras hacerte creer que eras muy bueno regateando y escuchando que ya lo habías conseguido a 1.800 te lo dejaba en 1.500.  Los precios los tenían amañados, te dejaban hacerte la ilusión que estabas comprando una ganga pensando que habías hecho un buen negocio sin que supieses que posteriormente se repartían las ganancias pues todo había sido un teatrillo.  La mayor parte de las veces el reloj no funcionaba, se paraba a los pocos días o se comenzaba a desintegrar a piezas.  Para las siguientes fiestas volvían y si le decías algo del reloj la respuesta era que no había sido él, que todos los negros se parecen mucho.

Pues esto mismo me parece esta campaña, un mercado de manteros, ofreciendo más y más, haciéndote creer que eres muy bueno votando y al año que viene cuando comprobemos que no hay nada de lo prometido nos dirán que da igual, que todos se parecen mucho.

Senior Riojano.

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