sábado, 27 de marzo de 2021

Mis héroes políticos

Sería ser redundante si comenzase enumerando los casos de miseria política que nos rodean últimamente, inevitable no verse en medio del fuego cruzado, y más complicado aún posicionarse sin que te cuelguen una etiqueta con calificativos de uso tan indiscriminado e inconsciente que han perdido su auténtico significado.  Estamos tan polarizados, enfrentados y sectarizados que discrepar de algo o de alguien te coloca automáticamente en el bando contrario; o conmigo o contra mí. Patética la capacidad de pensamiento y análisis de las nuevas hordas potenciada por los oportunistas que viven de crear el caos para poderse mover más libremente entre las sombras que deliberadamente crean moviendo los focos de atención de un sitio a otro cual prestidigitadores.

Pues a pesar de esta sensación general de hartazgo, para mí, sigue habiendo héroes en política, sí. Admiro y respeto profundamente a todos los alcaldes y concejales de pueblos donde lejos de cobrar les cuesta tiempo, dinero y categoría ejercer su labor. Son los pilares de la política y lamentablemente los olvidados de esta cada vez más defenestrada profesión. Estas personas velan por los intereses de sus municipios a pecho descubierto, 24/7 los 365 días del año.   

Es fácil mandar desde un despacho con la vida solucionada, el del pueblo está dejando de atender su trabajo por buscar la prosperidad y beneficio de su municipio a cambio de nada. Aún con la ley en la mano es complicado denegar algo a tu vecino, a tu primo, al amigo de la infancia; denegarlo y tener que explicárselo cada vez que vas al bar o te lo cruzas en un camino o coincides en la iglesia.  Si en un pueblo quieres hacer una calle o vía para unir el punto A con el punto B, ponte como quieras que por algún lado debe pasar esa calle, los propietarios de las fincas por donde pase seguramente te la guarden de por vida.  Ese es el beneficio.

Hacen de todo, son el servicio de emergencias permanente, cada vez que pasa algo, al primero que se llama es al alcalde, y éstos con toda su buena fe lo mismo hacen de fontaneros, carpinteros, enterradores, taxistas, albañil o cualquier labor que sea necesaria para solucionarlo cuanto antes y que todo regrese a la tan ansiada normalidad.  Jornaleros de la gloria olvidados por los partidos políticos a los que en teoría representan y sustentan con el ejemplo de su trabajo diario por su pueblo.  Suerte tienen si en época electoral les visitan para prometerles obras y dineros que generalmente se queda en eso, promesas.

En el ejército como en política, se puede estar en retaguardia o en el frente; lo ideal es pasar a la retaguardia cuando te hayas batido el cobre en el frente; no vivir del partido desde jovencito e ir pasando de cargo en cargo entre algodones hasta conseguir un despacho y un sueldo vitalicio, eso es vivir en un mundo paralelo.  El frente es el pueblo, es la calle, es enfrentarte a los problemas reales de las personas, saber cómo viven tus gobernados por que estás entre ellos no por la interpretación que hace tu asesor de las estadísticas que más te convienen en cada momento.  El frente es dar la cara.

A pesar del rechazo generalizado a la clase política, cuando veo a estos de los pueblos ir a las Consejerías tragándose su orgullo buscando alguna financiación o inversión, cosiendo mascarillas, desinfectando con sus propios tractores, prestando sus remolques para las fiestas, cambiando bombillas fundidas, vaciando papeleras, trabajando calladamente día a día con ese deseo de querer dejar a su hijo un pueblo mejor que el encontrado; siempre pienso lo mismo, qué harían sin estos pobres diablos todos los que viven del Partido, y seguidamente me digo: “Olé sus cojones”

Senior Riojano

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