martes, 31 de octubre de 2023

CURAS Y RELIGIOSOS


Habiendo nacido en un pueblecito de la España profunda a finales de la dictadura sería prácticamente imposible no estar influenciado en mayor o menor media por la doctrina espolvoreada por la Iglesia.  A pesar de los años vividos y de todo lo visto, no sé si ya tendré la capacidad de ser imparcial con los temas de la Fe como realmente me gustaría.

Que sirva como anticipo que pertenezco al grupo que no hemos sufrido acoso sexual por parte de ningún religioso; en otros ámbitos, sí, por supuesto; pero de curas, ninguno.  Que los ha habido, es un hecho, y que la Iglesia con toda su estructura jerárquica los ha ocultado, también.  Las cosas hay que tomarlas como son, los datos son los datos independientemente del color en que nos los pinten.

Pero, siendo honesto conmigo mismo creo que las mejores personas que he conocido en este mundo son o han sido curas, sí, hombres de Dios, religiosos con unas convicciones morales y una entrega que me han dejado una huella imborrable en mi memoria.

El primero que me impresionó fue el cura de mi pueblo (compartido con otros pueblos claro está), comunista confeso y practicante, no comunista de Armani, BMW y Rolex, no, de los de antes, de los de verdad; su casa estaba siempre abierta para cualquiera que necesitase techo, cama y un plato caliente; nunca juzgaba, sólo ayudaba a reconducir situaciones a veces desesperadas.  En los años que estuvo me marcó; su sueldo lo repartía entre quienes más lo necesitaban, dio clases a muchos niños y a muchos adultos, visitó con frecuencia a todos los mayores dándoles cariño y compañía, ayudó todo lo que pudo y con todas sus fuerzas porque estaba convencido que Dios le había puesto en su nombre para intentar arreglar problemas.

Luego me encontré otros curas en la enseñanza, aquí había desde fachas del viejo régimen a otros nuevos con ideas un poco más modernas; pero bueno, al fin y al cabo a todos los movía un denominador común: Una gran preparación académica y una vocación inquebrantable para la enseñanza.  Académicamente aprendí muchísimo de ellos, tremendamente rigurosos y estrictos, con clases de 45 alumnos en silencio sepulcral.  En las horas no lectivas no hacía falta cita previa para pedir una explicación pormenorizada de cualquier materia.  Entrega a la enseñanza total y absoluta.

De por medio he conocido misioneros y misioneras, ostias, con estos hasta me emociono. ¿qué huevos/ovarios hay que tener para abandonar una vida cómoda pudiendo comer la sopa boba para marcharte a ayudar a personas, generalmente niños, que necesitan de todo en zonas de guerra, miseria, hambre y enfermedades? Les he oído contar las historias más terribles de esos mundos que no queremos ver, y estar deseando volver para atender sus escuelas o sus hospitales, hacer pozos, estar allí por vocación, con una cruz de madera colgada en el pecho como única ayuda y como única defensa contra la barbarie que allí les rodea.

También conozco a otros, más cerca, ayudando silenciosamente, en Cáritas, en las drogas, en la Cocina Económica, en pisos de acogida, en la cárcel, en lugares y con personas que la sociedad les ha dado, les hemos dado, la espalda.  A éstos les mueve lo mismo, su Fe.

Curiosamente ninguno ha ascendido ni ascenderá en el escalafón jerárquico, o porque no han querido sabiendo que ese no es su lugar, o por que un dirigente eclesiástico no debe ser persona de tan alta moral y entrega desinteresada.

Que me duelen los casos de pederastia, mucho no, muchísimo; que me da asco que hayan sido ocultados, también; pero no puedo olvidar a mis silenciosos héroes de la Cruz, jornaleros de la Gloria que entregan su vida y renuncian a lo material por aportar su granito de arena en la construcción de un mundo más justo, equitativo e igualitario. Olé sus cojones.

SENIOR RIOJANO

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