martes, 19 de octubre de 2021

Víctimas o Verdugos


En Logroño están juzgando a 8 jóvenes por los graves incidentes ocurridos en una manifestación “no convocada por nadie” en contra del cierre de la hostelería y las restricciones por Covid-19.  Enfrentamientos con la policía, quema de contenedores, pillaje en algún comercio, etc, etc, etc. En resumen, que les piden entre 5 y 15 años de cárcel y no sé cuantos miles de euros.

Tal vez los jueces o los psicólogos lo tengan claro que para eso han estudiado, pero si me preguntasen a mí no sabría contestar si estos 8 chavales son víctimas o verdugos de los hechos que les imputan. Verdugos por sus acciones, víctimas por su entorno.

7 chicos y 1 chica poniendo las más variopintas escusas tratando de desentenderse o por lo menos minimizar su colaboración en los altercados.  Por curiosidad como padre que no por morbo, he leído todo lo que se ha publicado de sus declaraciones quedándome un sabor amargo en la boca y muchos interrogantes en la cabeza.

¿Lo estamos haciendo bien como Sociedad, y cómo padres?

Tal vez hayamos creado entre todos un universo paralelo, ficticio, insostenible, en el que la chavalería cree vivir tomándolo como real hasta que se sientan ante un tribunal y se tienen que hacer responsables de sus actos.

Ese mundo utópico donde se han criado es alimentado cada día por nuestros venerables dirigentes y engordado por los medios de comunicación al servicio de no sé muy bien qué intereses.  Si los jóvenes toman como líderes a personas (o personajes) que invitan a no acatar las leyes que no nos gusten, a patear a la policía, quemar contenedores o comisarías o coches patrulla, a tirar piedras, a insultar; quedando en el ideario imaginario de la juventud que eso es lo correcto, que esa es la actitud revolucionaria que cambiará el mundo, que ellos son los salvadores del planeta y como a tales debemos agradecerles y admirarles por su arrojo y valor … hasta que se chocan con el mundo real, se sientan delante de un juez y les tiemblan las piernas, e intentan disimular, confundir y contestar con vaguedades infantiles.

La primera decepción a la que deben hacer frente se llama soledad, los amigos de algarabía que tuvieron la suerte de no ser detenidos o los organizadores fantasma o los políticos que invitan a la rebelión, han desaparecido, aquí están sólos, nadie se sienta a su lado y dice: “Yo también”; uno lleva un año de prisión preventiva y todos se enfrentan a penas económicas y de cárcel, y todos están sólos.  Han salido de ese mundo fantasioso de golpe, sin anestesia; han pasado de creerse líderes a ser simples alborotadores sin nadie detrás.

La segunda decepción se llama realidad.  Aprenderán con los años (tal vez alguno a la sombra) que puedes luchar por cambiar el mundo o simplemente adaptarte a él, te guste o no te guste. No siempre los condenados por altercados públicos acaban ganándose la vida como asesores de un Ministerio creado al efecto.  Tener antecedentes penales y una deuda económica con la justicia te cierra muchas puertas, más de las que nadie les contó.

Y he aquí donde le sigo dando vueltas a la imagen de estos pobres diablos con cara de susto custodiados por la policía sentados delante del Juez.  Y me acuerdo de sus padres, de sus maestros en la escuela, de sus amigos, asombrados leyendo sus infantiles declaraciones.

Estos muchachos han hecho el trabajo sucio a esos incitadores de sofá, a los que incendian la calle detrás de un micrófono subidos a un estrado sabiendo que el mayor riesgo que corren es engordar por su vida sedentaria.

Entonces estos chicos que son: ¿Víctimas del entorno o Verdugos del orden? No sé.

Me alegro no ser Juez.

Senior Riojano

 

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