jueves, 25 de mayo de 2017

Un trago, El trago




Inmóvil, mirada fija en el infinito, respira pausadamente sentado en su vieja mecedora acariciando la copa entre sus dedos, templando el añejo fruto de la vid. Tregua diaria en la lucha a muerte con la vida.

Manteniendo los ojos abiertos saborea el olor de viejas batallas. Un sorbo y el aroma del caldo baña la boca, lo mantiene unos segundos deleitándose hasta que una sensación de bienestar y tranquilidad le recorre, el aire empapado en fragancias afrutadas le invade. Alma cosida a cicatrices de heridas no curadas de frases nunca dichas, de amores que nunca fueron. Momentos de furia calmada compartidos con tal leal compañero, con el elixir que consuela, reposa y suelda sus pedazos.

Paladea el último trago, el más largo, se relame los labios, sonríe, y antes de levantarse alza la copa vacía; le dice:

- Hasta mañana, amigo.

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