jueves, 9 de mayo de 2024

La Calle es mía


Para un espectador de la actualidad desapasionado resulta entretenido leer todo lo que en redes se escribe sobre la distribución/asignación del espacio público compartido, ósea, nuestras calles.

Se agrupan en bandas organizadas y al estilo Manuel Fraga todos gritan: “La calle es mía”.

Está la banda de los bicicleteros con sus slóganes molones y su particular descubrimiento de la bici en el siglo XXI, los viandantes orgullosos de caminar con una florecilla entre los labios, los repartidores y taxistas reclamando vías motorizadas para llegar hasta cada portal, aparcar en doble fila unos minutos y salir pitando; los implacables conductores de coches que exigen poder desplazarse a razón de una persona por vehículo y aparcarlo donde les plazca; los papás redistribuyendo hijos por varios lugares, los turistas buscando itinerarios, los hosteleros reclamando más y más sitio para sus terrazas, los de las despedidas que se quieren emborrachar sin ser atropellados, los vecinos que quieren cerrar bares y calles prontito porque ellos viven ahí, policía, bomberos, ambulancias necesitan poder entrar rápidamente en todos los sitios sin obstáculos.  Cada loco con su tema.

Si escuchas a cada colectivo por separado, todos llevan razón, y cuando todos llevan razón es el principio del caos.  Es imposible satisfacer a todos, y todos lo saben pero ninguno cede en sus posturas, por el contrario cada vez se radicalizan más y comienzan a increpar al resto de grupos, la tormenta perfecta, el todos contra todos.

Lo que me resulta curioso es que en un momento u otro del día o de la semana todos pertenecemos a todos los colectivos.  Es decir, yo mismo puedo ir a trabajar por la mañana en coche, salir a comer en bici, llevar unos paquetes a mis primos a la vuelta de trabajar, dar un paseo con mi señora por la tarde, correr un poco y por la noche salir en patinete a tomar algo en una terraza con música antes de ir a dormir a las 22:00.  En un solo día he sido de todos los colectivos, ¿cuál tiene preferencia sobre los demás? ¿depende de la hora, o de las personas, o de donde viva yo? Mala solución.

Ahora ponte en el pellejo del gobernante (me da igual Pablo que Conrado, Conrado que Pablo), te sientas, escuchas a todos, contrastas con profesionales, lo compartes con tu equipo, comparas con otras ciudades, …. y tienes que tomar una decisión; pues querido lector, tú lo tendrás muy claro, pero yo sería incapaz de darle gusto a todos, todos los días a todas las horas, yo no se hacer magia y creo que Conrado o Pablo, tampoco.

Si al dos no se entienden porque uno no quiere le añadimos varias variables más y además radicalizadas, buscar puntos de encuentro se me antoja harto complicado.  Nadie es propietario ni usufructuario del espacio público en exclusiva, pero todos tenemos derecho a su uso y disfrute.  Dependiendo del momento me atrinchero en una postura hasta que me apetezca cambiarla.

Yo, lo tengo claro, no existe solución que satisfaga a todos y la solución menos mala pasa por ceder cada uno en sus posturas, que a día de hoy y con tantas elecciones de por medio nadie está por la labor de dar la más mínima razón al otro no sea que favorezca a no sé qué partido.  Así que por el momento sólo nos queda:

“Respetar a los demás como yo deseo ser respetado”

¿Complicado, verdad?

SENIOR RIOJANO

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