Cuenta
la tradición que la boda se celebró en un pueblo cerca de Haro, La Rioja. La feliz pareja invitó a todos los habitantes
de la comarca, la celebración se recordaría durante muchos años. Gustosamente los amigos, vecinos y familiares
quisieron participar del evento, y cada uno de ellos ofreció ser el
suministrador de vino para el banquete dado que como es habitual cada
elaborador de vino considera que el suyo es el mejor.
No
hubiese sido un problema en cualquier otro lugar, pero el vino en La Rioja es
algo muy serio con lo que se admiten pocas bromas. Los novios encontraron una solución, pedirían
a cada invitado que llevase una botella de su vino, la arrojasen dentro de una
gran barrica de madera y de esta forma todos aportarían su mejor vino y todos compartirían
el vino de todos.
En
el banquete sólo se bebió agua cristalina, "¿quién notaría una botella de
agua en semejante barrica?". Nadie lanzó una piedra porque nadie estaba
libre de pecado.
Moraleja:
No te escondas, tus hechos también cuentan.
Senior Riojano
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